miércoles, 26 de noviembre de 2014

Los cultos del Pacífico Sur (V y último)


Entonces, cuando el nativo o el negro trata de salir de esa atadura, nuestra falta de habilidad para comprender su mentalidad, produce la movilización, por nuestra parte, de un contramito racista. La función de este contramito es el repudio del nativo como persona, su descrédito en su búsquedas de identidad. Nos negamos a admitir este afán de identidad porque no se acomoda con nuestro propio sueño-mito. Por ejemplo, ¿qué hombre de negocios en su sano juicio prestaría más de dos segundos de atención al mito del kanaka Mambu, una figura heroica en uno de los mitos de los "Cargo Cult" de Nueva Guinea, cuando va a Australia y regresa con el secreto de la carga y proclamando que ahora puede literalmente sacar dinero hasta del aire? Es sólo pura insensatez en lo que a nosotros respecta. Cegados por nuestro propio sueño-mito, nos convertimos en opresores, despóticos y, finalmente, asesinos, llevados por nuestra necesidad de desacreditar el amenazador sueño-mito del nativo.
Consideremos el resultado del intento del movimiento Yali de usar las flores como símbolo mágico. Cuando los nativos, pensando que las flores que los colonos ponían en sus comedores guardaban el secreto del Cargo, decoraron sus casas e incluso pueblos enteros con flores, los europeos comenzaron a sentirse intranquilos. Cualquier señal de flores en una casa indígena o la decoración floral de las laderas eran miradas con gran desconfianza. La policía sospechó algo y pronto empezó a retirar las flores de las casas de los nativos para destruirlas. Hasta se llegaron a registras las casas en busca de flores escondidas. 
Esto naturalmente, no hizo más que confirmar a los nativos en su creencia de que los europeos tenían algún secreto que ocultaban a los kanakas y que este secreto estaba relacionado con las flores. Si no fuera así, ¿Por qué razón los europeos iban a ordenar la destrucción de todos los ramos en las casas nativas? Así, mientras los kanakas operaban conscientemente con un mito, los europeos, pensando erróneamente, que ellos no tienen mitos, estaban inconscientemente respondiendo al mito de los nativos, dejándose arrastrar por su sueño-mito de la superación blanca. Un pequeño incidente, como el uso de llores por los nativos, algo en sí mismo natural, inocente y sano, llegó a ser interpretado como una manifestación sospechosa y amenazadora de revuelta contra los blancos. Los casos de sospechas de este tipo pronto se convierten en profecía autorrealizadora, que engendra el tipo de represiones que, por lo general, provocan la revuelta. 
El sueño-mito de la absoluta supremacía blanca no permite oposición. Necesitamos guardar celosamente y preservar nuestro sueño-mito blanco, aún cuando no sea, mentalidad Cargo. Es nuestro soñar despierto cotidiano, hecho de todo tipo de símbolos y creencias comunes con los que colectivamente nos encontramos a gusto.  Nosotros ya cambiábamos esos elementos entre nosotros, los pasábamos en nuestras conversaciones y, especialmente, en los medios de comunicación de masas. Cuando un sueño-mito aparece constantemente en los periódicos y la televisión, acaba por parecer bastante real.
Así, nosotros creamos este gran fondo común de edemas, actitudes, chistes, apodos, nombre de marca, necesidades estereotipadas por ciertos productos, reacciones estándar frente a determinados acontecimientos… Y todo eso se une para formar la materia de nuestra vida actual. La satisfacción de nuestras mentes, consciente e inconsciente, mana en gran parte de este común sueño-mito. Es la base sobre la que interpretamos nuestra existencia entera y en la cual descansan nuestras decisiones más vitales. Y cuando imaginamos que estamos amenazados, frecuentemente en nuestra paranoia, creamos la verdadera oposición que temíamos. Necesitamos oposición y rebelión para poder actuar partiendo de nuestros miedos y hostilidades, suprimiendo a aquellos que imaginamos que nos amenazan. Las tropas americanas pusieron fin a la Danza India de los Espíritus con una matanza. Las fuerzas antiguerrilleras de Bolivia, apoyadas por la CIA, mataron al Che Guevara e hicieron de él un héroe y un mártir, de proporciones míticas en todo el mundo.
En Vietnam, con toda nuestra inmensa habilidad tecnológica, con toda la tremenda versatilidad de las armas destructivas que habíamos inventado, la lucha alcanzó dimensiones míticas, de naturaleza absolutamente desastrosas para Estados Unidos; se la ve, como el Tercer Mundo, como una lucha entre una pequeña minoría, una guerrilla pobremente armada pero decidida, contra el enorme poder tecnológico del país más rico del mundo. Gastamos miles de millones de dólares en todo tipo de armas y el resultado neto fue un sueño-mito del Tercer Mundo, un sueño de luchadores de la resistencia afirmando su identidad y su dignidad. Para Estados Unidos, incluso si ganan*, esto será simplemente fatal. 
En nuestra ceguera, estamos dotando a los pueblos no-blancos de los elementos míticos que necesitan esencialmente para construir este vital sueño-mito suyo. Les estamos dando confianza y un sentido de identidad. Y se van haciendo conscientes, más y más, de que pueden oponerse al poder y a la tecnología blancos con su dignidad humana desnuda y no sólo sobrevivir, sino conseguir una victoria cuando menos moral. Sólo cabe lamentar la trágica falta de habilidad del público norteamericano para captar estos aspectos de la lucha, una incapacidad nacidas de la misma celosa necesidad de guardar nuestro sueño-mito blanco, que evita que podamos leer el auténtico mensaje de los Cultos Cargo.
Sólo si pudiéramos entender los principios morales que actúan en los sueños-mito del Culto Cargo y traducirlos a la acción política, los Cultos Cargo morirían, dejarían de ser necesarios. Pero no podemos hacerlo así, contra ello nos previene nuestra tendencia a ver los Cultos Cargo como anti-blancos en vez de pro-nativos. 
Para citar a Burridge: "No podemos menos que darnos cuenta que los europeos que ven en los Cultos Cargo poco más que la reacción ante la dominación blanca, se los están tomando más seriamente que los kanakas. Para éstos el problema es más urgente y más personal y lo será mientras sean gobernados por el hombre blanco. Lo que ellos quieren saber es qué lugar ocupan en el mundo como hombres".
El objeto de este estudio no era descubrir algo curioso y exótico sino llegar al corazón de nuestro propio problema, el problema universal de la comunicación. Nuestra comunicación con los hombres y la sociedad primitiva exige que antes nos comuniquemos con algo profundo de nosotros mismos, con algo a lo que no podemos llegar. 
Es nuestro propio "yo" primitivo que se ha convertido en marginado, hostil y extraño. 
El hombre blanco interpreta el mito Cargo como producto de la ambición o como un ingenuo error sobre el proceso de manufactura y distribución. Y al hacerlo así lo interpreta (o confunde su interpretación) en su favor. Ignora el mensaje real del mito Cargo, que demanda que se una con todos los pueblos sobre una base de igualdad y reciprocidad morales. 
El sueño-mito del hombre blanco lo impulsa, incluso cuando está intentando, con supuesto desinterés, ayudar al nativo, a actuar de tal modo que se asegure la rendición y sumisión moral de éste. 
Citando de nuevo a Burridge: "Ni el misionero ni el funcionario administrativo exigen un quid pro quo en el campo económico. Por el contrario, cada uno de ellos, personalmente, así como en su posición representativa, provee a los kanakas de dinero, de la oportunidad de ganar dinero y, con éste, bienes materiales. Nadie pide nada a cambio, pero demandan la rendición moral del kanaka y su aceptación de un sistema altamente abigarrado y sistematizado de formas, ideas y creencias de política y religión. De hecho, aquí entra en juego Mefistófeles intentando comprar el alma humana". 
Si nuestro sueño-mito blanco y occidental exige de nosotros que espiritualmente esclavicemos a otros para "salvarlos", no debemos sorprendernos de que su propio sueño-mito exija de ellos que se liberan enteramente de nosotros para salvarse. Ambos sueños-mitos. el del hombre blanco y el del nativo, son sólo expresiones parciales e inadecuadas de la verdad completa. No es que el hombre primitivo tenga que ser dominado por el hombre blanco para llegar a ser completamente humano. Tampoco necesita librarse del hombre blanco. Cada uno de ellos necesita al otro para cooperar en la empresa común de construir un mundo adecuado para la madurez histórica del hombre. 

*No ganaron.

(Extraído del libro "Amar y Vivir" de Thomas Merton)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts with Thumbnails